Publicado en 1977 en plena Guerra Fría, un influyente politólogo británico analiza cómo, pese a la ausencia de un poder central, los Estados han logrado forjar un orden internacional mediante normas, instituciones y diplomacia. Partiendo de la premisa de que el sistema mundial es esencialmente anárquico, distingue entre sistema, sociedad y comunidad de Estados, y examina mecanismos de conservación del orden —equilibrio de poder, derecho internacional y sociedad diplomática—. La obra se ordena en un planteamiento teórico seguido de estudios de casos históricos y reflexiones sobre la legitimidad y el cambio. Al sentar las bases de la Escuela Inglesa de Relaciones Internacionales, sigue siendo clave para entender la coexistencia y la gobernanza global en un mundo sin soberano universal.