Desde su aparición hace veinte años, la «Democracia Fuerte» de Benjamin R. Barber ha sido uno de los principales estándares con los que se mide el pensamiento y la escritura en ciencia política. Definida como la participación de todo el pueblo en al menos algunos aspectos del autogobierno al menos parte del tiempo, la «Democracia Fuerte» ofrece a la sociedad liberal una nueva forma de pensar y de practicar la democracia. Contrariamente a la opinión comúnmente sostenida de que un exceso de democracia puede deshacer las instituciones liberales, Barber sostiene que un exceso de liberalismo ha socavado nuestras instituciones democráticas y ha provocado el conjunto de crisis contra las que todavía nos encontramos luchando: el cinismo sobre el voto, la alienación, la privatización y la creciente parálisis de las instituciones públicas. En un nuevo prefacio, Barber pasa revista a los últimos veinte años y reafirma su argumento, que parece, por desgracia, más acuciante que nunca.