Publicado en 1984 en Estados Unidos, en plena era Reagan y el debate sobre el papel del Estado en la cultura, un politólogo de Harvard cuestiona la financiación pública de las artes visuales. Sostiene que el gasto federal desvirtúa la creatividad y favorece presiones políticas antes que la calidad artística. Organizado en varias secciones temáticas —sobre la elaboración y aplicación de leyes, la historia y gestión de agencias como el National Endowment for the Arts, el funcionamiento de museos públicos, la enseñanza del arte y la economía de la exhibición— examina la tensión entre interés público y autonomía creativa. Su crítica a la intervención estatal marcó discusiones sobre políticas culturales y sigue siendo referencia en el análisis de la relación entre arte, mercado y poder.