Publicado en 1619, en pleno inicio de la Guerra de los Treinta Años y tras las disputas religiosas de la Reforma, el autor describe una república cristiana ideal donde ciencia, piedad y trabajo cooperan para el bien común. La narración adopta la forma de un viaje a una ciudad-utopía organizada racionalmente: educación universal, investigación experimental, igualdad cívica, disciplina moral y administración eficiente. Estructurada como informe detallado de instituciones —academias, talleres, templos, órganos de gobierno—, examina cómo armonizar fe y razón para regenerar la sociedad. Su tesis central defiende que solo una comunidad cristiana ilustrada puede superar la corrupción del mundo. Obra clave del utopismo temprano moderno, influyó en estudios posteriores sobre ciudades ideales y reformas pedagógicas.