Publicado en 1619, en pleno inicio de la Guerra de los Treinta Años y tras las disputas religiosas de la Reforma, el autor describe una república cristiana ideal donde ciencia, piedad y trabajo cooperan para el bien común. La narración adopta la forma de un viaje a una ciudad-utopía organizada racionalmente: educación universal, investigación experimental, igualdad cívica, disciplina moral y administración eficiente. Estructurada como informe detallado de instituciones —academias, talleres, templos, órganos de gobierno—, examina cómo armonizar fe y razón para regenerar la sociedad. Su tesis central defiende que solo una comunidad cristiana ilustrada puede superar la corrupción del mundo. Obra clave del utopismo temprano moderno, influyó en estudios posteriores sobre ciudades ideales y reformas pedagógicas.
Aunque en ocasiones parezcan confundirse, patriotismo y nacionalismo son conceptos distintos. El patriotismo pone énfasis en el aprecio a las instituciones y la defensa de la libertad común de las personas. El nacionalismo, contrariamente, aboga por la homogeneidad cultural, lingüística y étnica de la sociedad. El patriotismo pide un amor caritativo y generoso con el propio país. El nacionalismo exige una lealtad incondicional o una adhesión exclusiva. Este libro, que ya es un clásico, supone, además de una brillante reexión política, un clarividente alegato filosófico. Maurizio Viroli hace un extraordinario análisis de los dos conceptos e intenta discernir qué querían decir los lósofos, los agitadores, los poetas y los profetas cuando hablaban de amar a una patria. Sobre todo porque la confusión en torno al tema ha provocado innumerables catástrofes históricas, empezando por el fascismo en todas sus formas. Si el patriotismo es un amor racional, que considera necesaria la virtud cívica para la preservación del orden público y la ley, prerrequisitos para nuestra libertad que nos permiten resistir la opresión de las egoístas ambiciones individuales; el nacionalismo puede llegar a ser exclusivista, intolerante e irracional, obsesionarse con la unidad y someter así a los discrepantes. La cuestión que plantea Por amor a la patria es cómo hacer que el amor a nuestro país sea compatible con los principios universales de libertad y justicia. Y eso pasa, como plantea Viroli, por intentar construir un patriotismo sin nacionalismo, es decir, por una llamada a la unidad política basada en el compromiso con el bien común y no en una inquebrantable adhesión étnica, religiosa o lingüística.
Los libros de la mítica saga de J. R. R. Tolkien reunidos en un exclusivo estuche. El estuche incluye: El Señor de los Anillos 1. La Comunidad del Anillo, El Señor de los Anillos 2. Las Dos Torres y El Señor de los Anillos 3. El Retorno del Rey.El Señor de los Anillos. La Comunidad del AnilloEn la adormecida e idílica Comarca, un joven hobbit recibe un encargo: custodiar el Anillo Único y emprender el viaje para su destrucción en la Grieta del Destino. Acompañado por magos, hombres, elfos y enanos, atravesará la Tierra Media y se internará en las sombras de Mordor, perseguido siempre por las huestes de Sauron, el Señor Oscuro, dispuesto a recuperar su creación para establecer el dominio definitivo del Mal.El Señor de los Anillos. Las Dos TorresLa Compañía se ha disuelto y sus integrantes emprenden caminos separados. Frodo y Sam avanzan solos en su viaje a lo largo del río Anduin, perseguidos por la sombra misteriosa de un ser extraño que también ambiciona la posesión del Anillo. Mientras, hombres, elfos y enanos se preparan para la batalla final contra las fuerzas del Señor del Mal.El Señor de los Anillos. El Retorno del ReyLos ejércitos del Señor Oscuro van extendiendo cada vez más su maléfica sombra por la Tierra Media. Hombres, elfos y enanos unen sus fuerzas para presentar batalla a Sauron y sus huestes. Ajenos a estos preparativos, Frodo y Sam siguen adentrándose en el país de Mordor en su heroico viaje para destruir el Anillo de Poder en las Grietas del Destino.
El profesor de filosofía más famoso del mundo, analiza el fracaso del sistema meritocrático y aborda la pregunta más importante de nuestra época: ¿qué ha sido del bien común?Las sociedades occidentales padecen dos males relacionados, la desigualdad económica y la polarización política. En el marasmo resultante, parece que hemos perdido de vista la noción clave del bien común. En esta obra fundamental, Michael J. Sandel se plantea cómo recuperarla.Cuando solo hay ganadores y perdedores y la movilidad social se ha atascado, resulta inevitable la combinación de ira y frustración que alimenta la polarización y la protesta populista, además de reducir la confianza en las instituciones y en nuestros conciudadanos. Así no podemos hacer frente moralmente a los retos actuales.Sandel, premio princesa de Asturias de Ciencias Sociales y uno de los filósofos más prestigiosos de nuestra época, sostiene que para superar las crisis que asedian nuestras sociedades hemos de repensar las ideas de éxito y fracaso que han acompañado la globalización y el aumento de la desigualdad. La meritocracia genera una complacencia nociva entre los ganadores e impone una sentencia muy dura sobre los perdedores. Sandel defiende otra manera de pensar el éxito, más atenta al papel de la suerte, más acorde con una ética de la humildad y la solidaridad y más reivindicativa de la dignidad del trabajo. Con esos mimbres morales, La tiranía del mérito presenta una visión esperanzadora de una nueva política centrada por fin en el bien común.
Las preocupaciones esenciales del conservadurismo son las mismas que motivaron el primer y más influyente libro de Nisbet. La búsqueda de la comunidad. De hecho, El conservadurismo reúne prácticamente toda la obra de Nisbet. En ella, Nisbet aborda las causas políticas de las múltiples formas de alienación que subyacen a la búsqueda humana de la comunidad. El Estado político soberano es más que una relación jurídica de una superestructura de poder, es inseparable de sus sucesivas penetraciones en las lealtades económicas, religiosas, de parentesco y locales del hombre, y de sus dislocaciones revolucionarias de los centros de poder establecidos. Nisbet sostiene que, aunque los filósofos políticos se conciben a menudo en términos de sus puntos de vista sobre el individuo y el Estado, un enfoque más útil añade el factor de los grupos sociales o comunidades que median entre el individuo y el Estado. Estos grupos constituyen la «sociedad», cuya protección es el «único objeto» de la tradición conservadora, según Nisbet. Esta ideología conservadora surgió en Occidente como reacción a la Revolución Francesa y a su impacto sobre la sociedad tradicional. Edmund Burke fue el primer portavoz de la nueva ideología. En este libro, Nisbet sostiene que el conservadurismo moderno en Occidente puede verse como una ampliación de la acusación de Burke no sólo a la Revolución Francesa, sino a la revolución más amplia que hemos dado en llamar modernidad. Desde Edmund Burke y sus contemporáneos, como Bonald, de Maistre, Haller y Savigny, hasta T.S. Eliot, Christopher Dawson, Michael Oakeshott, Irving Babbit, Paul Elmer More y Russell Kirk, los temas esenciales del conservadurismo político siguen siendo los mismos. Se centran en la historia, la tradición, la propiedad, la autoridad, la libertad y la religión, y atacan por igual el colectivismo político y el individualismo radical que tienen los mismos resultados irracionales. Nisbet señala que, en la actualidad, el conservadurismo también está en crisis, una crisis creada en gran medida por la mezcla en la arena política del liberalismo económico y el socialismo del Estado del bienestar, una mezcla letal para la política conservadora.
En dos países europeos, Rusia y España, se intentó crear en el siglo xx un régimen comunista. En Rusia, tras cinco años de feroz guerra civil de Lenin contra su pueblo, el comunismo triunfó. En España, tras una atroz guerra civil de tres años, perdió. Pero se discute el papel de Stalin en la guerra de Paracuellos y la muerte de Nin al oro del Banco de España y se oculta la actuación de los dos comunismos españoles: el marxista del PCE, el PSOE bolchevizado o el POUM; y el bakuninista de la CNT-FAI, que impuso el terror rojo en Cataluña con la ayuda entusiasta de Companys. Ni la Rusia bajo la Cheka ni la España bajo las checas se recuerdan hoy. Solo eso y el éxito de la propaganda soviética desde 1917 explican la irrupción y el éxito de Podemos.