Benedict Anderson examina la creación y la difusión mundial de las \"comunidades imaginadas\" de la nacionalidad. Muestra cómo un regionalismo que se había creado en las Américas fue adoptado y adaptado por movimientos populares y por las potencias imperialistas en Europa, y en Asia y África por las resistencias antimperialistas.
Esta investigación establece un parentesco entre las ideas de Providencia y Redención de la tradición cristiana y las ideas de progreso, pero va incluso más atrás para localizar primeras concepciones de progreso en el mundo clásico griego. Nisbet considera que el ideal de progreso entra en crisis con la decandencia de la religiosidad en la segunda mitad del siglo xx, tratándose, por tanto, de una de las implicaciones de la crisis moral del presente. La Historia de la idea de progreso ofrece una prodigiosa cantidad de información sobre el tema, pero significa en los momentos actuales, sobre todo, un importante estímulo para reflexionar sobre el dilema de un progreso, que en cierto modo se está devorando a sí mismo en los ámbitos económico y laboral lo mismo que en el cultural. La defensa del progreso no debe significar el desastre ecológico, pero tampoco la renuncia a la justicia social y la continuidad del proceso cultural.
Esta obra ha sido aclamada como la más importante del siglo XX en ciencias sociales. En ella Max Weber desarrolla los conceptos fundamentales de la sociología y la economía, además de diversos tipos de dominación analizados contra el telón de fondo de la historia universal. Esta nueva edición preparada por Francisco Gil Villegas, presenta la traducción corregida, revisada y enriquecida con notas críticas e informativas, e incluye una amplia y erudita introducción. Asimismo se complementa con nuevos apéndices agregados en la edición crítica alemana y la traducción de la cabeza conceptual -ausente en ediciones previas- para la parte más antigua y voluminosa de la obra.
El juego de las culpas, con sus acusaciones y eludir la responsabilidad mutuamente, es un rasgo familiar de la vida política y organizativa, y la evasión de culpas impregna la administración y las organizaciones públicas a todos los niveles. Los juegos políticos y burocráticos y la evasión de culpas se condenan más a menudo de lo que se analizan. En The Blame Game, Christopher Hood adopta un enfoque diferente al mostrar cómo la evasión de culpas determina el funcionamiento del gobierno y los servicios públicos. Argumentando que el fenómeno de la culpabilización no es del todo malo, Hood demuestra que en realidad puede ayudar a delimitar responsabilidades, y examina distintos tipos de evasión de culpas, tanto positivas como negativas. Hood analiza cómo se manifiestan las principales formas de elusión de la culpa en la actividad de presentación y «giro», la arquitectura de las organizaciones y la configuración de rutinas operativas estándar. Analiza el alcance y los límites de la evasión de la culpa, y considera cómo se desarrolla en ámbitos antiguos y nuevos, como los que ofrece la era digital de los sitios web y el correo electrónico. Hood evalúa los efectos de este comportamiento, desde los problemas de alto nivel de los senderos de responsabilidad democrática que se enfrían hasta las frustraciones de tratar con organizaciones cuyos procedimientos parecen garantizar que nadie es responsable de nada. Profundizando en el funcionamiento interno de instituciones complejas, El juego de la culpa demuestra cómo una mejor comprensión de la evasión de la culpa puede mejorar la calidad de la gobernanza, la gestión y el diseño organizativo modernos.
Sobre el poder es uno de los más importantes libros del siglo XX. En él Jouvenel analiza el poder político en sus causas y en el modo de su crecimiento. El hecho básico es su constante y «natural» crecimiento a lo largo de los últimos siglos, la creciente ampliación de sus competencias con el consiguiente vaciamiento de la sociedad. Al Estado Leviatán de Hobbes, fundamentalmente estático y conservador, Jouvenel contrapone el Estado Minotauro, que es esencialmente dinámico y revolucionario. Todo contribuye a nutrir el ansia totalitaria del Poder: la guerra, por supuesto, pero no menos la política «social» e incluso la democracia. «Estamos asistiendo -escribe Jouvenel- a una transformación radical de la sociedad, a una suprema expansión del Poder. Las revoluciones y los golpes de Estado no son sino insignificantes episodios que acompañan a la implantación del protectorado social. Un poder bienhechor velará sobre cada hombre desde la cuna hasta la tumba... Como consecuencia lógica, este poder dispondrá de todos los recursos de la sociedad... De modo que se trata de constituir como un inmenso patriarcado, o, si se prefiere, matriarcado, pues se nos dice que el poder colectivo debe estar animado por sentimientos maternales.»
Publicado en 1947 por Plon en Francia, nace tras la Segunda Guerra Mundial en un momento de acelerada industrialización y expansión técnica. El autor denuncia la progresiva mecanización de la vida pública, que convierte a las personas en autómatas desprovistos de valores espirituales. Conformado por un prefacio y catorce ensayos radiofónicos, aborda temas como la pérdida de la autenticidad, la amenaza de la tecnocracia y la defensa de la vida rural tradicional. Propone un regreso a la dignidad humana mediante la exaltación de la libertad interior y el sentido religioso. Su enfoque prefigura la crítica contemporánea a la alienación tecnológica e inspiró corrientes neotradicionalistas. Propone revalorizar la tradición comunitaria frente al individualismo masificado.