En este libro, William H. McNeill describe el impacto dramático que las enfermedades infecciosas han ejercido sobre el ascenso y la caída de las civilizaciones. Una plaga desmoralizó al ejército ateniense durante las guerras del Peloponeso. También otra plaga asoló el Imperio romano antes de su decadencia. En el siglo XVI, la viruela fue el arma decisiva que permitió a Hernán Cortés, con solo seiscientos hombres, conquistar el Imperio azteca, cuyos súbditos eran millones. En 1918, una epidemia de gripe arrebató más vidas de norteamericanos que todas las batallas de la Primera Guerra Mundial.
Hoy ya es un hecho públicamente reconocido por las autoridades soviéticas que el llamado socialismo real está plagado de ineficiencia, burocracia, despotismo jerárquico e incapacidad para asimilar las nuevas iniciativas. Pero a menudo se ha pretendido que en la raíz de las «deformaciones» de la economía soviética se hallaba su desviación de algún modelo ideal de sociedad socialista que debería deducirse de la obra de Marx. En contra de estas propuestas, Nove analiza el legado de Marx para comprobar su clara in- suficiencia a la hora de construir una sociedad socialista. Tras analizar las conocidas debilidades del socialismo de tipo soviético, el autor se ocupa de los intentos de tercera vía, como Yugoslavia, y de los intentos de reforma económica en el Este, como Hungría, subrayando sus propios problemas y limitaciones, para después abordar las cuestiones más estratégicas de una posible transición al socialismo, tanto desde el capitalismo como desde el socialismo real; en este capitulo se estudia el clásico problema del significado y función de las nacionalizaciones. El capítulo final aborda el problema central de definir un socialismo factible, un socialismo eficiente y humano que su- ponga una superación real y no sólo nominal del capitalismo, y que además pueda ser concebiblemente construido en el tiempo de vida de un ser humano, prescindiendo de toda utopía intemporal. En conjunto esta obra es una lúcida apuesta por una sociedad socialista, y como tal provocará probablemente más rechazo en la izquierda ideológicamente conservadora que en la derecha.
En el azaroso terreno ficticio de sus novelas históricas, Gore Vidal nunca es especialmente amable con la historia estadounidense en general, ni con sus iconos en particular. Sin embargo, en este estudio brillantemente realizado sobre Abraham Lincoln, pinta una imagen sorprendente y casi heroica del hombre que dirigió a Estados Unidos durante cuatro de los años más divisivos y peligrosos de la historia de la nación. Observado alternativamente por sus seres queridos, sus rivales y sus futuros asesinos, Lincoln aparece al principio como un inepto e ingenuo abogado de pueblo. En esta novela, la gente no tiene reparos en aparecer, emborracharse y obsequiar al lector con detalles de las actividades prostibularias de Lincoln y su aparentemente inagotable suministro de historias campechanas. Sin embargo, poco a poco, Lincoln, el gran líder de profunda visión, emerge en un Washington sumido en el miedo, la codicia y los horrores de la Guerra Civil. La cariñosa pero mentalmente descompuesta esposa de Lincoln, su visión desde la Casa Blanca sobre la esclavitud y la guerra más sangrienta de América, y su propia y feroz ambición personal: todos son retratados con una vitalidad y una urgencia que casi desmiente en lo que ahora se han convertido... la propia historia.
«La evolución de las civilizaciones» es un análisis exhaustivo y perspicaz de los factores que explican el auge y la caída de las civilizaciones. Quigley define una civilización como «una sociedad productora con un instrumento de expansión». El declive de una civilización no es inevitable, sino que se produce cuando su instrumento de expansión se transforma en una institución, es decir, cuando los acuerdos sociales que satisfacen necesidades sociales reales se transforman en instituciones sociales que sirven a sus propios fines al margen de las necesidades sociales reales.
Con un fino análisis, James Scott ubica en el surgimiento de los Estados premodernos la importancia que ha tenido la creación de mecanismos de legibilidad cuya tarea ha sido simplificar y hacer visible parte de la complejidad de los elementos que dan forma al Estado. Los censos, los mapas, las listas catastrales y la convención de unidades de medida estandarizada son ejemplos de estos mapas de legibilidad que le han permitido al Estado actuar de un modo más eficaz. Advirtiendo los riesgos y las virtudes de estos mecanismos, el autor ve cómo esta legibilidad no sólo ha tenido efectos positivos en la fiscalización u atención a la población más vulnerable, pues, por otro lado, los grandes fracasos de ingeniería social que se han suscitado se han potenciado precisamente por el empobrecimiento de la comprensión de la realidad.
Publicado en 1946 por Harper & Brothers, este manual surgió en la posguerra ante el auge de intervenciones estatales en la economía. Su autor, periodista y economista autodidacta, recupera el legado de Bastiat para desenmascarar falacias económicas: sostiene que el verdadero análisis requiere valorar no solo los efectos inmediatos de las políticas, sino también sus consecuencias a largo plazo y para todos los grupos sociales. Organizado en dos partes –una que expone la lección básica y otra con veinticuatro estudios de caso ilustrando cada error de juicio– aborda temas como controles de precios, subsidios, inflación y regulación. Con más de un millón de ejemplares vendidos, se consolidó como introducción esencial al liberalismo económico.