Publicado en 1990 (edición ampliada en 1992), aparece en pleno auge de la sociología histórica comparada y los debates sobre construcción estatal. El autor sostiene que los Estados europeos surgieron de la interacción entre coerción (guerra, ejércitos, fiscalidad forzada) y capital (comercio, crédito, burguesías), generando trayectorias distintas según el peso relativo de ambos factores. Organizado en capítulos comparativos y cronológicos, analiza casos como Inglaterra, Francia, Países Bajos o Prusia, y distingue modelos “intensivos en coerción” frente a “intensivos en capital”. Aborda temas como la extracción fiscal, la burocratización, la guerra como empresa y la negociación con élites económicas. Su relevancia radica en ofrecer un marco explicativo seminal para entender la formación del Estado moderno y sus legados institucionales.
La sociedad decadente revela lo que sucede cuando una sociedad rica y poderosa detiene su avance, y cómo la combinación de riqueza y dominio tecnológico con el estancamiento económico, la parálisis política, el agotamiento cultural y el declive demográfico crean una especie de «decadencia sostenible».Muchos de los descontentos actuales, así como el devenir absurdo y errático que caracteriza a la realidad ―desde los transbordadores espaciales en tierra hasta los villanos de Silicon Valley, desde el cine y la televisión de insulso reciclaje hasta el escapismo mediante el consumo de drogas o la realidad virtual―, reflejan un sentimiento de futilidad y decepción, de que los caminos que nos quedan por recorrer llevan únicamente al ocaso. En este escenario tememos a la catástrofe, pero en cierto modo también suspiramos por ella, porque la alternativa es aceptar que somos decadentes de forma constante.Oponiéndose tanto a los optimistas, que insisten en que cada vez somos más prósperos y felices, y a los pesimistas, que esperan el colapso de un momento a otro, Ross Douthat aporta un diagnóstico esclarecedor de la condición moderna: cómo hemos llegado hasta esta época turbulenta, cuánto tiempo podría durar la era de la frustración y cómo, ya sea mediante el renacimiento o la catástrofe, podría acabar finalmente nuestra decadencia.
Publicado en 1977 (traducción al español posterior), surge en plena crítica a la tecnocracia, el Estado del bienestar y la “cultura terapéutica” de la posguerra. El autor sostiene que la familia moderna, convertida en refugio emocional, ha sido desposeída de su función socializadora por expertos, burócratas y psicólogos, lo que la vuelve frágil y dependiente. La obra se organiza en capítulos históricos y sociológicos sobre la evolución del hogar, la profesionalización del cuidado, la escolarización y la medicalización de la vida cotidiana. Sus temas centrales son la autoridad parental, la autonomía moral y la colonización de la intimidad por instituciones externas. Fue decisiva para reabrir el debate sobre familia, comunidad y responsabilidad individual en las ciencias sociales contemporáneas.
El paraíso perdido es un poema narrativo de John Milton (1608-1674), publicado en 1667. Se lo considera un clásico de la literatura inglesa y ha dado origen a un tópico literario muy difundido en la literatura universal. Sobrepasa los 10.000 versos escritos sin rima. El poema es una epopeya acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. Trata, fundamentalmente, del problema del mal y el sufrimiento en el sentido de responder a la pregunta de por qué un Dios bueno y todopoderoso decide permitirlos cuando le sería fácil evitarlos. Milton responde a través de una descripción psicológica de los principales protagonistas del poema: Dios, Adán y Eva, y el diablo, cuyas actitudes acaban por revelar el mensaje esperanzador que se esconde tras la pérdida del paraíso original. En el poema, el cielo y el infierno representan estados de ánimo antes que espacios físicos. La obra comienza en el infierno (descrito mediante referencias a la permanente insatisfacción y desesperación de sus habitantes), desde donde Satanás (definido por el sufrimiento) decide vengarse de Dios de forma indirecta, esto es, a través de los seres recién creados que viven en una estado de felicidad permanente.
Publicado en 1966, surge en el contexto de la India postcolonial y el florecimiento de la antropología estructural. Su autor, sociólogo y antropólogo francés, analiza el sistema de castas como un ordenamiento social integral que domina todos los ámbitos de la vida. A lo largo de capítulos teóricos y estudios de caso –incluyendo rituales de pureza, parentesco y jerarquías de estatus– demuestra que la sociedad india se articula en torno a principios de holismo y gradación, donde cada grupo ocupa un lugar fijo. Explora conceptos como la pureza‑contaminación, la reciprocidad asimétrica y la legitimación simbólica del poder. Esta obra, que combina reflexión teórica y etnografía detallada, se ha convertido en referencia esencial para entender las dinámicas de estratificación y la construcción cultural de la jerarquía.
Este libro coordinado por León Gómez Rivas, con textos de Vicente Boceta Álvarez, José Carlos Martín de la Hoz y Jesús Huerta de Soto, se acerca a una de las figuras más fascinantes de la Escuela de Salamanca. Don Diego de Covarrubias y Leyva perteneció a una familia de artistas, escultores y arquitectos de Toledo. Su padre, Alonso de Covarrubias, fue Maestro de obras de la catedral de Toledo y dejó, además, su impronta en Sigüenza, Guadalajara, Santiago de Compostela o Salamanca. Su madre, María Gutiérrez de Egas, era hija del arquitecto de origen flamenco, Enrique Egas, con quien trabajaba su marido. En 1527 comenzó en Salamanca los estudios de derecho civil y canónico (utriusque iuris), alcanzando el título de Doctor en Cánones el año 1539. Poco después, obtuvo la cátedra de Prima en la misma Universidad. Entre sus maestros destacan Gaspar de Montoya o Martín de Azpilcueta. También asistió a las clases de la Facultad de Teología con Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. En 1548, fue nombrado Oidor de la Cancillería de Granada. Comenzaba así su carrera como jurista al servicio de la Corte, culminando con el puesto de Presidente del Consejo de Castilla en 1577. En agosto de 1559, fue preconizado obispo de Ciudad Rodrigo, de donde pasó a la diócesis de Segovia. En febrero de 1563 participó en la tercera etapa del Concilio de Trento. Además de su actividad política o universitaria, de sus estudios en cánones, su labor pastoral y teológica, en este libro hemos querido destacar sobre todo su aportación a la historia del pensamiento económico. Junto a otros doctores de la Escuela de Salamanca, como señala el profesor Huerta de Soto, fue un pionero en describir la configuración de unas relaciones sociales y económicas que hoy consideramos ‘modernas’. Por ejemplo, Covarrubias expuso mejor que nadie una la teoría subjetiva del valor, donde indica que el valor de una cosa no depende de su naturaleza objetiva, sino de la estimación subjetiva de los hombres: «incluso aunque tal estimación sea alocada». Añadiendo: «el trigo tiene exactamente la misma naturaleza objetiva aquí y en las Indias, y sin embargo en las Indias su valor es mucho mayor porque allí es más escaso y los hombres lo estiman más».