El libro La teoría del dinero y de los medios fiduciarios apareció por vez primera en lengua alemana en 1912. Su objetivo, según nos dice el propio autor, era combatir el inflacionismo, es decir, aquella política económica que recurre, para resolver los distintos conflictos que se presentan, a aumentar la cantidad de dinero, un fenómeno moderno asociado a la aparición y consolidación de los bancos centrales y el dinero fiduciario.Se trata de la primera obra de importancia de un autor que destacaría luego por sus trabajos sobre la imposibilidad del cálculo económico en aquellos sistemas que prescinden de los precios de mercado y lo confían todo a la planificación centralizada de sus economías. En esta ocasión aborda un tema que afecta también al cálculo económico en las economías de mercado como es el del valor objetivo de cambio de su moneda.
Un innovador en el pensamiento contemporáneo sobre el desarrollo económico y político se centra aquí en el declive más que en el crecimiento. Albert O. Hirschman establece una distinción básica entre las formas alternativas de reaccionar ante el deterioro de las empresas y, en general, ante la insatisfacción con las organizaciones: una, la «salida», consiste en que el miembro abandone la organización o el cliente cambie al producto de la competencia, y la otra, la «voz», consiste en que los miembros o clientes se movilicen y ejerzan influencia para lograr un cambio «desde dentro». La eficacia del mecanismo competitivo, que se basa totalmente en la salida, se cuestiona en determinadas situaciones importantes. Dado que la salida a menudo socava la voz y no puede contrarrestar el declive, la lealtad se considera una función que retrasa la salida y permite que la voz desempeñe su papel adecuado. La interacción de los tres conceptos resulta esclarecedora para una amplia gama de fenómenos económicos, sociales y políticos. Como afirma el autor en el prefacio, «tras haber encontrado mi propia forma unificadora de abordar cuestiones tan diversas como la competencia y el sistema bipartidista, el divorcio y el carácter estadounidense, el poder negro y la incapacidad de los altos funcionarios «infelices» para dimitir por Vietnam, decidí dejarme llevar un poco».
Georges Palante (1862-1925), maestro de escuela y filósofo que escribió a principios del siglo XX en Francia, fue un importante teórico del individualismo. En este libro, que comenzó como una tesis doctoral, sostiene que las necesidades de la vida individual y la vida social son antinómicas, incompatibles. Dedica sus capítulos a explorar las antinomias entre el individuo y la sociedad en una amplia gama de ámbitos, entre los que se incluyen: la vida psicológica e intelectual, la vida emocional, la «actividad voluntaria», el arte, la religión, la educación, la economía, la política y el sistema jurídico, la sociología y la moralidad. Concluye que su «teoría de las antinomias justifica el individualismo como actitud del individuo frente a la sociedad».
Defensa encendida del valor de la filosofía política y del estudio de la historia de las ideas políticas, «Dos conceptos de libertad» (1958) -el texto más célebre y comentado de Isaiah Berlin (1909-1997)- es también un análisis de los dos sentidos de la libertad política -el negativo y el positivo-, que se resuelve a favor del primero y de un liberalismo escéptico que busca hacerse cargo del irreductible pluralismo de valores de nuestro mundo. Esta edición -a cargo de Ángel Rivero- se completa con el alfa y el omega de Berlin: «El fin justifica los medios» (1922), su primer ensayo conocido, y «Mi trayectoria intelectual» (1996), el último del autor, un recorrido autobiográfico sobre la evolución de su pensamiento y sobre los temas y autores que le han interesado, y que constituye, sin duda, la introducción más clara y sintética a su obra.
Acerca de Lukács y de Ortega y Gasset, filósofos de la generación de 1914, se ha sostenido que ambos representan posiciones radicalmente opuestas y que puede adjudicárseles el crédito de ser precursores de Martín Heidegger. Sin embargo, el autor aplica el método de la sociología del conocimiento al ambiente cultural europeo del primer tercio del siglo XX, y cuestiona estos dos lugares comunes de la historia de las ideas. Es el primer estudio que hace hincapié en las coincidencias entre las obras de juventud de Lukács y las de Ortega y Gasset. La metodología del presente trabajo constituye un argumento más a su favor por su estilo claro y preciso, por la erudición de sus notas y de su bibliografía y, sobre todo, por su exigencia de continuidad con la obra de José Gaos. Esta obra recupera las mejores tradiciones de investigación en México.
Un alegato en defensa de los trabajos manuales frente a los intelectuales. Un sorprendente éxito de ventas en Estados Unidos, en donde ha sentado las bases para discutir sobre el valor y el sentido del trabajo en la actualidad. La postura del autor es que el trabajo intelectual está sobrevalorado en detrimento del trabajo manual con la consecuente pérdida de talleres de oficios manuales y por lo tanto de nuevos aprendices de oficios. Entre muchas otras cosas el autor cuestiona el imperativo vigente en la educación de que todos tienen que ser «trabajadores del conocimiento». También aduce que la mayoría de los oficios manuales son imposibles de deslocalizar a otros países y que muchas veces están mucho mejor remunerados que los oficios intelectuales supuestamente más dignos. También destaca el nivel de satisfacción más alto que suele brindar el hecho de ser capaz de crear o arreglar algo concreto con tus propias manos.